El D’A Film Festival 2019, nos ha dado la oportunidad de poder disfrutar de un amplio abanico de propuestas cinematográficas de cineastas con una fuerte identidad sobre la pantalla. Una de ellas, es el último film dirigido por Lluís Miñarro y producido por la productora mejicana PIANO, del productor Julio Sabez Montes.
Ambientada en Irak y filmada en el desierto de Chihuahua (USA), el film nos narra como en una aislada base militar un ejército internacional en medio del desierto, tiene la tarea de custodiar a un misterioso prisionero. La obsesión de la soldado Salomé, hija del comandante Antipas, por el recluido, ara estallar una cadena de sucesos irreparables dentro de la base.
El reconocido productor Lluís Miñarro vuelve a la dirección después de Escudella (2015) y Stella Cadente (2014) para proponernos una fábula en todas sus consecuencias, inverosímil en su planteamiento, pero sin ser un film moralista al uso, nos propone un film con una mezcla ecléctica de géneros que van desde la comedia surrealista al cine bélico y sobre todo, el melodrama. Hecho que se refleja en una mezcla de actrices y actores tan variada como lenguas y acentos aparecen en la película.
Miñarro hace el ejercicio de acercarnos alguno de los pasajes de la Biblia, de hace dos miles años, a la actualidad, para mostrarnos, según su director, un mundo “destruido por la arrogancia militar y las guerras”. El film parte de un pasaje de la biblia concreto, la historia de Salomé y su padrastro Antipas, en el que según el manuscrito sagrado, al verla bailar se ve totalmente seducido por ella.
En una clara alusión a un contexto que no permite que el amor se haga posible, como si el amor tuviera incluso, un toque de queda, Love me not nos presenta un film que habla de la banalidad del mal, y que reflexiona en como las circunstancias pueden marcar nuestra conducta hasta hacernos capaces de cometer las peores atrocidades. Un film en el que todos son amados y deseados pero nadie es correspondido. Y en el que a veces tal vez sea major no serlo ya que el resultado puede ser la propia muerte.
La ensoñación nocturna de la loba romana, Luperca (Lola Dueñas), Loba símbolo del imperio Romano, y de los imperialismos pasados y presente, el baile sensual de Salomé (Ingrid García Jonsson) en línea con la promiscuidad que envuelve todo el film, el recluido (Oliver Laxe) en un zulo bajo tierra, va conformando una narración y un montaje que se apoya en la fuerza de sus imágenes y la poética de sus diálogos, muchos de ellos basados en algunos de los poemas de Oscar Wild. He aquí la importancia de sus fuertes interpretaciones, en las que Ingrid Garcia Jonsson, Frances Orella, Lola Dueñas y Oliver Laxe tienen mucho que ver en unas escenas llenas de discusiones apasionadas y reflexiones existencialistas, y en las que la libertad interpretativa que su director les ha conferido a ha tenido mucho que ver en esta poética que ha impregnado todas las secuencias.
El desierto, como las ruinas de un mundo en el que todo ha sido destruido y en el que se hayan los personajes, impregna la concepción temporal de la película. El regimiento en medio de la nada hace que la base nos remita a la idea de limbo que, acompañada de una puesta en escena muy teatralizada, nos crea cierta atmosfera de vacío y desasosiego en consonancia con el espíritu de la modernidad cinematográfica y que hoy es difícil hallar en una sala de cine.
El cineasta catalán, apuesta por hablarnos de una cuestión muy presente en relación a las dictaduras militares y los conflictos bélicos en donde el poder es capaz de justificar que los seres humanos sean capaces de llevar a cabo las peores atrocidades y convertir a asesinos y torturadores sin serlo.
Miñarro nos hace una propuesta arriesgada y nos propone este “artefacto audiovisual”, que pone en cuestión el clasicismo implantado y el pensamiento político actual. A sabiendas que no es normal el momento de retroceso político y cultural que que vive la Sociedad de hoy y que tiene su triste reflejo en el lenguaje cinematográfico contemporáneo.