Por Mateo R. Louit

Los films de la XI edición de la Muestra de cine árabe y mediterráneo de Catalunya, y como nos advierte su spot, nos invitan a pensar en temáticas fundamentales del cine aunque a veces algo olvidadas, como son los conceptos de resistencia, reflexión, historia, memoria, dignidad, transformación y lucha.

Las películas del festival se caracterizan por su alta crítica social y por cuestionar el status quo actual de los territorios de Jerusalén, Líbano, Irak y Argelia entre otros países del arco mediterráneo.

El país invitado de esta edición ha sido Irak; un país que se caracteriza por tener una cinematografía muy escasa debido, principalmente, al gran número de conflictos bélicos que se han producido en el país en los últimos años. Los films: Hijo de Babilonia (Son of Babilon, 2009) de Mohamed Al Daradji y Irak Año Cero (2015) de Abbas Fahdel son la esperanza y la demostración de que existe un resurgimiento de este cine minoritario iraquí.

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Hijo de Babilonia, es un film grabado a través del móvil que posteriormente se ha convertido al formato de 35mm. La historia que relata pone de manifiesto como la guerra de Irak y el asedio de los estados unidos dejó un país totalmente devastado, en el que un niño y su abuela tratan de hallar a su padre y su hijo, respectivamente. El film hace una reivindicación directa a los cientos de fosas comunes que albergan a millares de muertos y desaparecidos, principalmente solados obligados a formar parte de la guardia republicana, durante la Guerra de Irak. También relata lo sucedido en muchas familias que después de perder padres, hijos y maridos quedaron, irremediablemente, fragmentadas.

Irak año cero (2015), que elige su título en homenaje al film de Roberto Rossellini Germania, anno Zero, nos plantea, al igual que la película anterior, una visión de la Guerra de Irak nueva para occidente. El conflicto bélico ocurrido entre 2003 y 2011 es analizado, mediante 6 horas de proyección, desde el punto de vista de los ciudadanos de Irak. Mostrando como la invasión por parte de un país lejano, como son los Estados Unidos, es visto como una amenaza que trata de doblegar a un pueblo que no permitirá que su orgullo se vea dañado.

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Otro film que pone de manifiesto esta serie de conflictos territoriales es Caza de fantasmas (Ghost Hunting, 2017), dirigida por Ramzi Maqsidi, que hace referencia a la situación que se vive en Palestina, donde prácticamente la mitad de la población ha estado en cárceles israelíes. El documental, que se mueve entre la realidad y la ficción, nos muestra como su director, Ramzi Maqusidi, decide dirigir una producción cinematográfica recreando, a modo de escenario cinematográfico, las cárceles desplegadas a lo largo de Jerusalén usando cartón y madera como materiales y a las víctimas de torturas y a ex-presidiarios palestinos, como intérpretes.

Otro film que hace referencia al conflicto palestino, pero bajo un prisma muy distinto, es Off Frame AKA Revolution Until Victory (2016), dirigido por Mohand Yakubi, que busca hacer una reflexión sobre la lucha del pueblo palestino por producir una imagen del mismo. El documental narra como en la décadas de los años 60 y 70 se creó el departamento de cine palestino como parte integrante de la organización por la liberación de palestina.

Las cinematografías de la franja árabe-mediterránea han venido marcadas por fuertes conflictos bélicos, no solo en Palestina y en Irak sino también en el Libano, como así lo atestigua el film Tramontane (2016) dirigido por Vatche Boulgourdjian. La película nos narra la vida de un músico egipcio e invidente que a sus 24 años se da cuenta de que su DNI y su identidad son falsos y que en realidad fue encontrado cuando era un niño pequeño por su tío, excomandante militar, durante una de sus invasiones militares en un pueblo lejano de la zona.

Un ejemplo de los films de la muestra que tratan de reflexionar sobre otros aspectos, es Sense Cinema (Bla cinema, 2014), un documental en el que un joven cineasta, Lamine Ammar-Khodja, se introduce en una plaza en el centro de Argelia donde acaban de restaurar un cine. Las reacciones de las personas que hacen vida en la plaza hacia un cine que forma parte de su día a día serán muy dispares. El film lleva a cabo un mapa sociológico de los ciudadanos de Algéria y de la relación que tienen con su propia cultura.

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Otro film que se centra en los conflictos sociales es Verd Marcit  (2016), del director Muhammad Hammad, que hace una crítica a la situación de la mujer en Egipto. El film nos acerca la realidad de una joven, Iman, que trata de convencer a su tío para que, según la tradición, asista a la boda de su hermana pequeña en lugar de su difunto padre. Una noticia médica sobre su salud cambiará el posicionamiento pasivo al que estaba abocada como mujer.

La muestra de cine árabe y mediterráneo es, por lo tanto, un compendio de propuestas que permite a los ciudadanos acercarse a una realidad que nos queda prejuiciosamente lejana y de la que acostumbramos a tener una información sesgada. La muestra nos pone en contacto con estas realidades y nos permite dejarnos llevar por el exotismo que nos producen esos paisajes, hábitos, rostros y lenguajes a los que no estamos acostumbrados pero que nos aportan una gran riqueza de conocimiento. Además, nos ofrece una visión crítica de las realidades del otro lado del Mediterráneo a través de los ojos de sus protagonistas y de la mirada de sus autores.

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